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Historia es aquel específico gestarse del “ser ahí” existente que acontece en el tiempo
[…] Historia significa aquí un “continuo de acción” y de sucesos que prosiguen a través
del pasado, el presente y el futuro.
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[…] Historia significa aquí un “continuo de acción” y de sucesos que prosiguen a través
del pasado, el presente y el futuro.
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Heidegger, El Ser y el Tiempo
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El intermedio es el presente entre un suceso y otro; es el cronotopo yuxtapuesto que determina el porvenir y reproduce el pasado en la memoria. El estado intermedio es en el que se digiere lo ocurrido y se planea lo próximo; es el espacio expectante y constante. Los sucesos de una cultura conforman su tradición y son el efecto de su estado intermediario, de su presente. Nuestra postura fue la de arribar ante la enajenación del intermedio; sin memoria pero con la potencialidad que representa el porvenir. Es decir, no estábamos inventariando la historia porque no teníamos una en común con esta geografía. No nos unía a Rosarito una tradición, mucho menos las vivencias. Y lo poco que sabíamos se limitaba al bagaje de las páginas web que venden paradisíacos lotes frente a la playa; obviamente en inglés y a precio de dólar.
Llegamos a un lugar alejado de los estándares mexicanos del sur y el centro, donde el exotismo es la misma mexicanidad. Una playa tan turística como las del resto del pacífico y el caribe pero con una oferta distinta, o más bien, distintiva del lugar. Con barrios de mansiones junto al mar, habitados sólo en temporadas altas y/o los días de descanso del calendario estadounidense; colonias de casas móviles o trailas, leyendas de estrellas hollywoodenses que visitan el lugar; imágenes de rockstars pendiendo en la memoria colectiva, en la geografía. Los Estudios Fox más al sur, cerca de un ejido de pescadores y familias paracaidistas dedicadas a la venta de langosta y cangrejo rey. Rosarito es el municipio donde se puede presumir de estar en México sin estarlo, cuando sólo se pasea por el boulevard o la zona centro. No es que posea edificios de arquitectura inmensa o la máxima tecnología pero sí vendedores ambulantes bilingües y un bar que presume tener un equipo de sonido que el mismo Rusell Crow acondicionó para sus noches de fiesta en Rosarito.
Ante la decisión de alejarnos de la postura extranjerista, cuando todo sorprende y es nuevo y la nostalgia comparativa con el anterior lugar de residencia es una constante, comenzamos a ponernos al día y a buscar más de la historia de Rosarito. Es importante mencionar nuestra preconcepción de las ciudades o municipios cuya actividad principal es el turismo: regularmente dichos espacios carecen de una vida cultural o artística significativa pero su historia resulta ser de gran interés para los investigadores, pues de ella depende, como mencionamos antes, la planeación del futuro. La verdadera sorpresa se presentó cuando la historia de Rosarito se limitaba a algunos papeles escritos a máquina, un libro realizado por el único cronista del lugar y cuya postura era (y sigue siendo) cuestionada por los mismos habitantes del municipio. Rosarito no es un nivel en los estantes de alguna biblioteca; está sólo en los recuerdos de los más viejos y en la oralidad de los más jóvenes. Acaso un poco de su historia ha sido mencionada debido a las etnias que habitaban o pasaban por el lugar, representando sólo los kilómetros compartidos con el resto de Las Californias. Mas a partir de su separación de Tijuana, de su proclamación como municipio independiente y las delegaciones que ahora forman parte del Rosarito no turístico, no existe nada. Las nulas investigaciones son quizá el efecto del abandono y el desinterés de las autoridades gubernamentales; y aunque nuestra finalidad no es la de denuncia, sí lo es la del rescate de estos años a través del arte; la proyección de la memoria por medio de objetos y la intervención de éstos.
Llegamos al pretexto de un proyecto que engranaba perfectamente con nuestra necesidad de memoria. Llegamos sin imaginar que la historia sí estaba; permanecía en cada uno de los hogares, no en las bibliotecas ni en las compilaciones ni en las tesis ni en las libretas de proyectos de arquitectos o ingenieros. Llegamos a casa de Marisela, habitante del Ejido Carranza (más al sur de Rosarito), quien nos contó un poco de la conformación de éste; su padre, asido a las esperanzas de un terrateniente, se instaló junto a su familia en un terrenito que poco a poco fue tomando forma. Sin servicios básicos y con el orgullo de ser la cabeza de una de las familias pioneras que se establecería ahí: Los Victorio. Un ejido conformado por una familia y sus extensiones, pues la mayor parte de éste se encuentra habitado por un solo apellido. Una escuelita debajo, una iglesia y muchas casitas, algunas con jardines cactáceos y una vista del mar envidiable incluso, para los turistas y propietarios de costosas residencias. Con un transporte obsoleto en cualquier lugar de México (incluida Tijuana), Primotapia se contrasta en muchísimo con Rosarito, municipio directriz de su vida de delegación; este contraste, en el ejido Carranza, es una obviedad bastante notoria en los changos o diablitos que cuelgan de los cables de la CFE, contrapuestos con los lavabos de sensores y talavera de los hoteles de Rosarito. Estas familias no van de shopping a San Diego, ni siquiera a los supermercados nacionales; pues ni en Primotapia, mucho menos en el Ejido Carranza, hay supermercado alguno. Aquí los Estudios Fox son una fuente de trabajo (cuando hay rodajes) para la clase media a la que ellos llaman ricos, o los de Rosarito. La suburbanidad rosaritense, incluida la de Primotapia es harto lejana aquí, donde ni los transportes obsoletos pasan. La marginalidad de una metasuburbe, carece, hasta de nombre.
Con Aprimotapiado comenzamos el descubrimiento de este juego de muñecas rusas; pareciera que entre más se hurgara en el orden de la pobreza, la segregación y la marginalidad, siempre habrá algo menos urbanizado por condición y no por convicción. La ausencia de memoria nos desaparece; es la falta del pasado, la injustificación de nuestra existencia. Por medio de Aprimotapiado, decidimos incluir el municipio de Rosarito y la ironía de las jerarquías geográficas; pero así mismo, fuimos encontrando que algunas delegaciones o ejidos se encuentran segregados de la importancia que se le da a Rosarito y que, son estas mismas delegaciones o ejidos segregados, los que segregan a otros más pequeños y vulnerables y con tendencias a desaparecer. Como un acto dinosáurico de cadena alimenticia donde sólo los más fuertes y poderosos sobreviven; ésta se ha vuelto una pirámide de intereses.
Ante esta necesidad de registro, decidimos incitar la recuperación de la memoria y la tradición oral por medio de libros y textos objeto. Reciclar recuerdos para plasmarlos ante la negativa de la invisibilidad. En caso de que esta pequeña especie desaparezca, registrarla como una diminuta parte de la tradición del mundo. Decidimos intermediar este acto que sólo ocurre entre un suceso y otro; documentar el hasta hoy de un lugar que sólo se encuentra en la biblioteca mental de unas cuantas familias. Decidimos visibilizar y darles forma (por medio de sus habitantes) a estos recuerdos.
